Obra desarrollada en colaboración con Patricia B. Cristóbal.
Hablar de la feminidad o del concepto de mujer no es tarea fácil ni siquiera para alguien que lo ha sentido siempre en su piel. No existe una definición exacta, por mucho que diccionarios y estudios se empeñen en otorgársela, hay tantos modelos de mujer como personas en el mundo, heterogéneas, únicas y, sobre todo, imposibles de unificar bajo una sola visión. Por lo tanto, desarrollar un proyecto como este supone un reto al que, hasta cierto punto, impone enfrentarse.​​​​​​​
Partiendo de esta premisa, Mujer se presenta como una exploración visual de esa idea de feminidad previamente comentada, compleja y abstracta, pero, al mismo tiempo, cálida, pura y natural. Para ello, se recurre a una serie de tejidos confeccionados con fibras vegetales que, a modo de superficie orgánica abstracta, se van fusionando hasta dar lugar a un lienzo de 100 x 80 cm, dimensiones tradicionalmente empleadas para la confección de retratos humanos, que colocar sobre un bastidor de madera.
El uso de materiales naturales resalta la conexión intrínseca entre la mujer y sus universos, y las formas orgánicas en las que se unen los distintos fragmentos textiles sugieren una integración completa y armónica entre los infinitos aspectos de la feminidad. Al mismo tiempo, la variedad de texturas y patrones refleja la complejidad y la diversidad de las mujeres en todo el mundo, desde su historia y cultura, hasta su personalidad y sus luchas.

Apostando por una técnica única, en la fase constructiva del lienzo, esta obra invita a reflexionar sobre el significado de la feminidad, la esencia de las mujeres y su papel en el mundo.
Esto es algo que se acentúa aún más cuando la obra se completa y adquiere su carácter colaborativo al tener lugar la actividad performática de intervención sobre el lienzo. Es en este instante, al reclamar el artista la autoría de la obra, cuando la propuesta artística adquiere una nueva dimensión y, al mismo tiempo, se convierte en un reflejo de dos circunstancias que también son inherentes a la idea de mujer: su ensombrecimiento por parte de personajes masculinos y la destrucción de su creación y, consecuentemente, de su esencia.
Esto es algo que se acentúa aún más cuando la obra se completa y adquiere su carácter colaborativo al tener lugar la actividad performática de intervención sobre el lienzo. Es en este instante, al reclamar el artista la autoría de la obra, cuando la propuesta artística adquiere una nueva dimensión y, al mismo tiempo, se convierte en un reflejo de dos circunstancias que también son inherentes a la idea de mujer: su ensombrecimiento por parte de personajes masculinos y la destrucción de su creación y, consecuentemente, de su esencia.

Tras transportar la obra hasta un espacio natural abierto, el artista procede a suspender el lienzo en el aire para lapidarlo. Arrasarlo. Devastarlo. Ejercer su poder sobre él de tal manera que solo quede el recuerdo de lo que la obra era en su origen en la mente de aquellos que pudieron llegar a conocerla antes de su extinción.

Este proceso destructivo se acompaña de una pista musical compuesta también por mujeres, haciendo que, en todo momento, el artista se enfrente a lo femenino, ya sea de un modo intangible, sonoro, o concreto, actuando directamente sobre el lienzo.
Finalmente, la creación, ahora perteneciente al artista, se concluye incorporando una firma en la sección inferior derecha. En ella, se combina la habitual del creador con la de Pablo Picasso, figura venerada en los ámbitos artísticos académicos que, además de por su extensa producción, destaca también por poseer ese rol de opresión y apropiación indebida tanto en su relación con las mujeres como en lo relativo a las obras ajenas.
Por lo tanto, Mujer supone una crítica en forma de creación artística viva, mutante, que se transforma a lo largo de un proceso narrativo complejo, adquiriendo una profunda dimensión que actúa como reflejo de una parte de la realidad, tanto pasada como presente.

Catálogo de obras

Back to Top