"El arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte que alimenta el arte, ¿qué alimenta?"
Este proyecto nace de una exploración de las ideas de inspiración y profesionalización de la creación artística. En efecto, cuestiones como la inseguridad personal y precariedad laboral del artista son motivos muy comunes en los círculos sociales propios de las industrias culturales, pero no encuentran a menudo una cristalización en la producción de los creadores que, cuando abordan estos temas, lo hacen casi siempre mediante una narrativa de denuncia y cruda reivindicación. El propósito de Food for Thought, sin embargo, surge de la voluntad de investigar estos conceptos desde una perspectiva desenfadada, que se sirva de códigos propios del arte de acción más costumbrista y de un lenguaje inspirado en la comedia clásica para permitir al artista mirar sin desencanto al germen de su propia creatividad y evaluar la realidad profesional de su potencial carrera en este entorno laboral.
Debido a esta doble vertiente del significado de la acción, la obra queda dividida en sendas partes complementarias, en dos miradas enfrentadas pero paralelas hacia un mismo fenómeno: la concepción de la creación artística como proceso retroalimentado de éxtasis intelectual y precariedad personal. Así, la acción se plantea como una contraposición de contrarios, un juego de sinsentidos en base a la idea de comida y un proceso de alimentación en el que el artista se establece como una especie de Tántalo moderno, siempre hambriento pero incapaz de alcanzar los frutos que parecen a su alcance; un desdichado comediante que, cuanto más come, más necesidad tiene de sustento, cuanto más sacia su creatividad, más vulnera sus necesidades básicas.
Aun así, a pesar de su descarnado sentido interno, Food for Thought parte de un planteamiento lúdico y desenfadado, que tiene como principal inspiración el icónico sketch del cómico Tony Leblanc, quien en 1977 basó una de sus actuaciones en el acto de comerse una manzana en directo. Esta acción, por su lenguaje performativo, sirve como puente al artista para establecer una relación entre la comedia y el arte, de la que se aprovecha para disfrazar su obra de un tono distendido, que motive al público al divertimento más que a la reflexión, a no contemplar la crudeza de lo que se presenta, como ocurre con la profesión artística y su vinculación a una idea de espiritualidad e intelectualidad, que no requiere más que de sí misma para existir.
En definitiva, Food for Thought se constituye en torno a la pregunta “¿de qué se alimenta el artista?”, presentando al espectador la visión idealizada del genio que se nutre de su propia creatividad, mientras que en el fondo se desarrolla un discurso paralelo en que, implícita, se despliega como respuesta la figura del individuo que, por pretender nutrirse solo de su obra, pasa hambre.
Vídeo realizado por Patricia Garrido - IG: @whatdousee___
Cartel de la performance diseñado por Patricia B. Cristóbal - IG: @mehrunnisa.jpg

Catálogo de obras

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